Jordi Socías: «Yo miro descaradamente hacia la izquierda»

Jordi Socías. © Fotografía: Antonio Martínez Fuertes.
El fotógrafo Jordi Socías. © Fotografía: Antonio Martínez Fuertes.

Por ANTONIO MARTÍNEZ FUERTES
astorgaredaccion.com

Aprovechamos que el fotógrafo catalán Jordi Socías se refugia de vez en cuando en Santiagomillas (Maragatería, Astorga) para entrevistarle. Socías inicia su carrera como fotógrafo en el semanario ‘Cambio 16’. Publica sus fotos en los grandes diarios catalanes: ‘La Vanguardia’, ‘TeleXpress’ y ‘Mundo Diario’ y colabora en las revistas (‘Destino’, ‘Por Favor’) y editoriales (La Gaya Ciencia, Salvat, Planeta) más innovadoras. En 1976 se traslada a Madrid, donde comienza su faceta de editor gráfico, creando la agencia fotográfica ‘Cover’. Jordi Socías es el autor del retrato del pintor Salvador Dalí, su foto más publicada. La agencia ‘Cover’ marcó un nuevo concepto de la cultura fotográfica del periodismo español. Sus fotos las hemos podido ver publicadas en los grandes medios nacionales, entre ellos ‘El País Semanal’ y ‘Cambio 16’. De su incursión en el cine, destaca la fotografía de varias películas: ‘Operación Ogro’, de Gillo Pontecorvo (1980), ‘Cinco horas con Mario’, de Josefina Molina (1981), ‘Demonios en el Jardín’ (1982), ‘La Noche más hermosa’ (1984) y ‘Feroz’ (1984), estas tres últimas de Manuel Gutiérrez Aragón. También ha participado en la creación de la revista de tendencias culturales ‘El Europeo’, donde realiza la coordinación general y la edición gráfica. Actualmente acompaña al escritor Juan José Millás en sus reportajes para El País Semanal. Nos reunimos una mañana en un conocido mesón de Santiagomillas, pueblo y comarca que le hacen extasiarse en diferentes épocas del año.

—Háblanos de tus inicios como fotógrafo en el semanario ‘Cambio 16’, luego la revista ‘La Calle’ y en 1980 la creación de la agencia ‘Cover’…

—Yo llego a Madrid en 1976, una época muy jugosa porque en esos momentos ha muerto Franco y empieza un proceso democrático en el cual yo participo tanto personalmente como profesionalmente; quiero decir que durante la Dictadura participaba en la resistencia antifranquista además de ser fotógrafo. Y entonces voy Madrid donde hay una eclosión del periodismo y una vida muy especial. Yo creo que Madrid era la ciudad más libre del mundo.

Me ha gustado que haya ya una declaración de principios interesante…

Bueno, es así, es parte de mi vida.

—…que retomaré luego en relación con el vídeo que hay en tu página web. ¿Qué recuerdas de ‘La Calle’, una revista que duró muy poco?

‘La Calle’ fue un proyecto, fue una revista, que llevaba por subtítulo ‘La primera a la izquierda’. Participaba ahí gente del PCE y me llamaron para montar la parte fotográfica; les dije que iba a estar solo un año pues mi idea era montar una agencia. Estuve un año montando la parte fotográfica de la revista ‘La Calle’ y luego me fui para crear la agencia ‘Cover’, el proyecto ‘Cover’.

—Y ahí es donde entran una serie de fotógrafos…

En principio creo la agencia ‘Cover’ de fotógrafos parados, haciendo una selección de gente que creía muy válida y que podía conformar el proyecto; una agencia de fotógrafos en la cual dábamos nuestra visión de lo que pasaba en este país, porque hasta entonces solo estaba la agencia EFE, la agencia oficial. Por tanto, nosotros planteábamos una agencia distinta, con otra mirada, insistiendo en la fotografía de prensa española. De ahí surgen fotógrafos como Navia, Gervasio Sánchez, mucha otra gente… Juantxu Rodríguez…

—Tengo entendido que cubriste la Revolución de los Claveles en Portugal…

En la Revolución de los Claveles me marcho a Lisboa como redactor de la revista Cambio 16 que es donde me inicio en la fotografía. Sí, es la época de mis comienzos que me trae unas vivencias inolvidables.

—Luego ya viene la labor de editor y fotógrafo a la vez.

Eso ya lo hice desde Cambio 16; desde el inicio, mi labor de editor y de fotógrafo era simultanea y así lo ha sido desde hace 15 años en El País Semanal hasta hace tres años.

—¿En El País llevabas toda la parte del ‘Semanal’? 

Toda

—¿La sigues llevando ahora?

No, ahora soy fotógrafo, que es lo que más me gusta.

—Acompañando además a escritores como Juan José Millás…

Acostumbro a hacer trabajos que me interesan y compagino el retrato con esa parte de fotografía en directo que consiste en trabajar en la calle, cosa que a mí siempre me ha gustado mucho. La calle es como una puesta en escena, una situación en donde yo me encuentro y recojo cosas que me gustan, que me interesan.

—Y esas incursiones en el mundo del cine… ¿Qué relación tienes con el cine?

Bueno, lo que he hecho son varios rodajes porque me interesaba. Yo he intentado estar en muchos sitios porque siempre me ha gustado aprender de lo que fuera y de quien fuera.. Y en el cine he hecho rodajes.

—De ahí viene lo de ‘Autorretrato con feroz’…

Ah, la película, ‘Autorretrato con Feroz’. Eso es el rodaje de una película de Manuel Gutiérrez Aragón que se llama ‘Feroz’.

—Lo mismo que en la ‘Operación Ogro’, también…

Sí, el director era Pontecorvo, un realizador que yo creo que solo hizo una buena película que fue ‘La batalla de Argel’, las demás no…

...

—Otra de tus facetas es la labor de editor de la que ya hemos hablado: ‘Madrid me mata’, ‘El Europeo’, son buenos ejemplos de ello; también la edición de un libro de fotos sobre la Pasionaria.

Ah, sí. Una vertiente que ahora he abandonado, aunque siga teniendo ideas similares. En esa época me pidieron hacer un libro sobre la Pasionaria, con recuerdos, con fotografías; una biografía visual. Y entonces junto con Carlos Serrano, que no tenía nada que ver con el PCE, tuvimos la ocasión de estar con la Pasionaria tres meses, viéndola, viviendo con ella. Es innegable que se trata de un personaje absolutamente histórico; una madre coraje de esas…

—Viendo el vídeo de tu página web, se aprecian aspectos ya personales, vas enseñando fotos y en un momento aparece un porta-retratos de época con un niño y un señor…

Sí, es mi hermano y el pequeñito soy yo.

—Me quedé con ésa porque justo ahí, detrás, en desenfoque se aprecia un libro que resulta ser ‘El manifiesto comunista’. Una edición probablemente de los 50-60, tal vez es de aquellas hechas en Francia.

Bueno, yo descaradamente miro hacia la izquierda, pero de una manera menos militante que en la época de la Dictadura. Yo creo saber con quién estoy. Sí, eso lo tengo claro.

—Y a mí me consta cuando veo tus fotos, a Coppola y su gato…

Sí, bueno, lo principal de un fotógrafo es una manera de mirar las cosas, las personas. La fotografía es la capacidad de observación, un lenguaje que se escribe con la luz. La fotografía es la observación por excelencia.

—¿Y el instante congelado?

Eso es una decisión que toma el que la hace; no sólo toma el instante sino lo que hace en ese instante, que son cosas distintas. ¿Por qué selecciono esto y no lo otro?, porque estás en una constante decisión. Fotografiar es eso, y es como lo entiendo yo.

—Además de toda esa labor con ‘El Europeo’, también llegas a colaborar con grupos musicales, como en aquel disco de ‘Siniestro Total’…

Bueno, para empezar la música es para mí una de las cosas que más me emocionan. Además he trabajado siempre con diseñadores, como mi amigo Oscar Mariné. Oscar me pidió entonces que hiciese las fotos, y se las hice. También he hecho las fotos de Manu Chao cuando estaba en Mano Negra… He trabajado con Carlos Serrano, alguien muy importante, el creador de ‘Nueva Lente’. La música entonces es importante: ’Kind of blue’ de Miles Davis, y Chet Baker… Estoy escuchando música todo el rato, soy muy aficionado y cuando no hago o miro fotos me rodeo de música. Una de las cosas que más me gusta cuando voy en coche es cerrar las ventanas y poner música y mirar la carretera. Esa visión me parece siempre especial, de hecho ahora me iré a Astorga e iré oyendo un disco de Bob Dylan que tengo ahí reservado, siempre, siempre rodeado de música.

—De pronto te entra la pasión por la excelencia en la presentación de tus fotografías, que estuvieran en página lo mejor posible. ¿Ese fue un paso importante?

Sí, porque en el fondo yo me dedicaba mucho a las revistas de lectura y en las revistas hay que mantener un diálogo visual entre las fotos, al pasar las páginas. No tiene porque notarse, pero yo incluyo ese diálogo en las dobles páginas o en las páginas enteras. En la última exposición elaboro una fotografía a partir de otras dos, sin que tengan nada que ver una con la otra, las enmarco juntas en un mismo espacio. Solo exijo un parentesco visual, un diálogo visual; y la verdad es que estoy contento con el resultado. No creo que sea el primero en hacerlo, pero me gusta esa idea que a mí me viene de la edición de crear un espacio con dos fotografías.

© Fotografías: Jordi Socías.
© Fotografías: Jordi Socías.

—En lo último se percibe un cambio, casi una ruptura, por ejemplo yo he visto la exposición que has hecho en ‘Fhoto España’…

Todo tiene que ver. Sí, en la de ‘Fhoto España’ tengo tres grandes fotos horizontales que están formadas por dos; el sillón de Freud junto a la de un árbol que hice en París, juntas las dos en diálogo de imágenes.

—La atracción que dices que está en los ojos, en la mirada, en el gesto…, ¿eso es el retrato?

Y la atracción que está en los propios personajes, estar con tanta gente interesante…

—Y relacionados especialmente con la cultura.

Son los que más me interesan; no me gusta hacer políticos, deportistas, ni toreros. Son tres géneros que no me interesan nada.

—He visto el retrato de Bergamín. Placer y emoción de haberlo conocido…

Y a Woody Allen, a SalvadorDalí …

—Bueno lo digo porque le tengo especial afecto…

Todo son pequeñas experiencias. Yo porque no he escrito nada, pero los encuentros que tenido con ellos han estado muy bien. Bergamín vivía en un pequeño apartamento en la plaza de Oriente, un pequeñísimo apartamento, un rincón. Así vivía.

—¿Y a partir de esa foto de Dalí surge esa relación de Jordi Socías con el mundo del arte?

Han sido y siguen siendo muchos artistas plásticos, músicos, gente del cine…, pero claro, es que el encuentro con Dalí en el 79 fue una cosa como única, un gran personaje que todavía podías ir a retratarlo.

Retrato de Salvador Dalí. © Fotografía: Jordi Socías.
Retrato de Salvador Dalí. © Fotografía: Jordi Socías.

—¿Ese retrato te abrió caminos o fue un retrato sin más que se publicó…?

Yo tuve suerte de empezar muy tarde en la fotografía, a los 26 años; no tenía cámara, ni era aficionado ni era nada; hasta entonces yo vendía relojes. Para mí la fotografía fue un hallazgo, algo que no sabía que tenía. Luego, en muy poco tiempo me hice un lugar en la fotografía en España. De repente te pones a hacer algo y te sale, ves que sirves para ello y que no lo sabías. Y sí, desde entonces ha sido una experiencia continua.

—¿Influencias de los fotógrafos que has ido conociendo?

Todas; todo mi aprendizaje viene de la fotografía, de ver a los demás. No tengo estudios, y de fotografía por supuesto tampoco; he sido muy mal técnico y creo que la técnica ya en estos momentos, para lo que hago yo, está más que resuelta. Así que no tengo ni que pensar en la técnica, solo en el concepto que quiera.

Los libros que pretendían enseñar fotografía explicaban de qué está hecho un objetivo, que a mí es un tema que nunca me he interesado; yo sé que lo venden, me va muy bien y es muy bueno, pero si ya es cóncavo o convexo…; el proceso de como los rayos de la luz… a mí eso nunca me ha interesado. A mí me ha interesado lo que hacían los demás, los Robert Frank, los italianos, los franceses, los americanos claro, Man Ray… Yo soy un lector de imágenes, tengo siempre dos atriles con dos libros de fotografía o de diseño, de arte o algo relacionado con la imagen; entonces voy pasando páginas, voy hojeando y dejó una doble página días enteros ahí. Resulta que parte de la afición se convierte en oficio y esa afición me ha llevado a Alburquerque, Nueva York, y he estado recientemente en 16 países con una exposición. Eso para mí es fantástico. Porque al final las fotos me han llevado a otros lugares.

— Y en cambio ahora aquí, en un ‘pueblo perdido’ de León, de Maragatería…

Bueno, todo el mundo está cautivo en algún lado. No estás todo el día…

—Bueno, pero puedes estar perdido en un pueblo, y a lo mejor decir, no tengo tiempo para esta entrevista…

Eso son tonterías. No soy nadie… aparte de que me parece muy interesante esto que estáis haciendo aquí. Lo de Red-Acción…es que es claro, lo explica muy bien, ‘The action-red’, es buen título. A mí es que me gustan mucho los titulares… a mí me gusta mucho poner nombres a las cosas. Por ejemplo cuando hice ‘Cover’, que parece una tontería, yo intentaba que sonara fuera, ‘Cover’ quiere decir portada, quiere decir primera página.

—Decía Javier Tello: «Socías tira con una ‘Olympus’ compacta», como la cámara que aparece en tu autorretrato después de una operación.

A mí siempre me ha molestado cargar con equipo, de hecho lo más molesto de este oficio es llevar la cámara. Recuerdo aquella época en que la gente comprábamos todo lo que salía, el angular de no sé qué, un para-sol, el filtro…, los tengo todos nuevos. Hubo un momento en que la gente iba cargadísima. Ahora lo bueno que tienes es que las cámaras son muy pequeñas y tienen una calidad insospechada. Trabajo con una cámara pequeña, pero cuando estoy en estudio trabajo con una más grande; y cuando estoy de viaje llevo una ‘Fuji’ con un solo objetivo de 35mm. Con ella es como he hecho el último viaje con Millás. En el estudio manejo una 5D, una muy normal, normal pero que funciona muy bien.

—¿Y el cambio del analógico al digital?

Para mí no admite discusión, no lleva rollos, la calidad es excelente, además si quieres puedes imitar al analógico. Lo otro es un romanticismo absurdo, porque tú ves enseguida cuál es el estado de la luz, tiras una foto y ya ves lo que te interesa. Es una herramienta extraordinaria… Y el laboratorio, ‘Photoshop’, ya es la leche… Eso no me lo trabajo, eso hay gente que sabe hacerlo. En esa época yo hice mucho laboratorio, me gustaba mucho. Luego cuando hice ‘Cover’, pues estaba Antonio Navarro que era un artista del laboratorio; interpretaba perfectamente lo que querías que hiciese.

—Con una galería tan enorme de retratados, Bergamín Dalí, Woodi Allen etc, aún tiene que ser emocionante que Manuel Vicent diga cosas tan hermosas de uno…

Soy amigo de él, como de Millás; hay una relación muy buena, nos vemos cada semana, comemos un grupo de gente… Uno ya va cumpliendo años, vas acumulando cosas, una de las cosas buenas de esto es la gente que te encuentras…

—Y lo de los premios que parece da un prestigio, el Nacional de Fotografía…

No, no lo tengo… Yo no tengo premios y eso es así porque estoy un poco a caballo entre el periodismo y el arte. Entonces unos me han considerado artista, los de la prensa; y los artistas no me han considerado suficiente. Pero yo sigo en el camino y si no les gustara, no me llamarían.

Gilbert and George. © Fotografía: Jordi Socías.
Gilbert and George. © Fotografía: Jordi Socías.

—Gilbert and George, ¿Qué te parecen?

Gilbert and George son exactamente iguales que su obra; en realidad su obra son ellos mismos. Eran idénticos hasta comiendo; comían lo mismo. Eran una instalación los dos. Cuando vas a hacer un retrato tienes que dirigir, estamos hablando de dirigir a gente como Coppola; ¿cómo los diriges? En el caso de Gilbert and George, se me ocurrió ponerlos de espaldas, de cara a la pared y se giran, se giran pero de una manera que es lo mismo, es una cosa muy curiosa. Cuando vinieron a España se hicieron esa foto durmiendo en la cama de García Lorca, eso era una instalación. Van con el mismo traje pero no es el mismo color, con la misma corbata pero no exactamente el mismo tono. Son dos gays profundos. Y además cuando tengo esos encuentros tengo la oportunidad de estar en los sitios donde viven, entonces, merodeo por sus lugares. De repente dar una vuelta por la casa de Gilbert and George resulta apasionante por lo que vas viendo… Una cosa que me sorprendía al trabajar en periodismo es que lo que la gente ve tú lo has vivido, y eso es una cosa muy especial.

—Leí en algún sitio que el retrato que más que había emocionado era el de Antonio Gades.

Hombre, me emocionaba el personaje.

—Además te despides diciéndole…«Sí, hasta la victoria siempre», una frase del Che Guevara ¿no?

Sí, Gades es un personaje que a mí siempre me fascinó tuve la ocasión de estar con él dos veces, era lo que yo creía que de repente es… Bueno, eso me ocurrió con Woody Allen también, en Nueva York. Gades es impresionante.

—Hace poco he visto otra vez los Tarantos… 

Cómo es el personaje, qué elegante, y se me ocurrió eso con el personaje, el guiño ‘se fue a Cuba y no volvió’; pues le dije: ‘hasta la victoria siempre’, que era del Che Guevara… Ya me gustaría que alguno de los que hay por aquí se parecieran a Gades. Y en ese sentido Gades, que era una superestrella, un tío atractivo, se casó con Marisol… guapa, como Romy Sneider. Ahora poco nos acordamos, pero esto del Franquismo fue una ‘España negrosilla’, pero qué vas a hacer, es parte de tu historia y ya la vas mirando con cierta gracia…

—Esa España que tiene también sus momentos mágicos y son esas fotos que veo, el cine Lumière

Eso es como el neorrealismo. Hay una influencia muy grande del cine, de hecho… Es una foto como de Vitorio de Sica… Toda la época ésta de ‘la Nouvelle Vague’, Jean Luc Godard, Trufaut,  ‘Los cuatrocientos golpes’, eso tuvo mucha influencia…

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